4.7.25
3.7.25
NOVENO ENCUENTRO PICNIQUERO / CLÍNICA DE CUENTOS DEL GALPÓN JIPÓN
MESA SALADA
Anoche como hacía calor salimos al parque del Galpón,
tendimos un mantel en el césped e hicimos nuestro tercer picnic a la luz
de la luna. Para el salado contamos con unas medialunas con queso derretido que trajo Pati, una picada de La Tablita con un dip de crema y otro de paté picante
que trajo Pablo, palitos y más palitos de diferentes quesos que aportaron Vicky
y Pablo, más una tortilla española que cocinó Fabiana. Todo regado con un Malbec
cosecha especial de Colección Privada que trajo Mariano. A las nueve y media
soltamos al pollo para que se comiera las migas y poder pasar a la mesa dulce.
Leímos un cuento que nadie nombra de “El llano en llamas”: “El
día del derrumbe”. Con esos personajes ásperos, un poco simpáticos pero
finalmente horribles a los que nos tiene acostumbrados Juan Rulfo. Se lo tenía
prometido a Mariano, al final pudimos ubicarlo anoche. También leímos “El
calcetín”, de Lydia Davis, por sugerencia de Fabiana, y nos encantó. Mariano
dijo que solía relatarle a sus alumnos del secundario un microcuento de la
señora Davis, lo busqué y aquí está, con traducción de Inés Garland:
EL PELO DEL PERRO
“El perro no está más. Lo extrañamos. Cuando suena el timbre,
nadie ladra. Cuando volvemos tarde, no hay nadie esperándonos. Todavía
encontramos sus pelos blancos aquí y allá por toda la casa y en nuestra ropa.
Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No
los tiramos. Tenemos una esperanza loca: si recogemos suficientes, vamos a
poder armar el perro otra vez.”
MESA DULCE
Como el calor invernal continuaba, subimos a la terraza para
disfrutar de la mesa dulce que nos proporcionaron Lili y Fabián: húngaras y
croatas, Ferreros Rocheres y Rafaelos bajo un cielo de estrellas. Los manducamos con un reserva Séptima
Obra 2023, también Malbec, que trajo Jonatan. Delicias exclusivas de la
Clínica, jah. Solo el pollo se quedó con ganas de más.
Fabiana leyó su cuento “Amarres”, excelente, al que solo pude agregarle un dibujito. Lili leyó “Primicias”, refiriéndose a la primicia religiosa, que yo desconocía. Finalmente Vicky terminó la velada con su cuento “El águila”, que sigue la tradición de las historias acerca de su padre. Desde acá le recomendamos leer a Soriano; voy a tratar de ubicar algunos de sus mejores nostálgicos relatos, colofones en la Página 12 de algún tiempo atrás.
2.7.25
UNAS PREGUNTAS A MI YO DE LA ANCIANIDAD, A PROPÓSITO DE "LOS MUNDOS ANTERIORES" / INFOBAE
1
¿Cómo te sentirías viajando a otra época con el cuerpo
cuarenta años más joven, conservando tu inteligencia, memoria y emociones de
tus setenta? ¿Y qué pasaría si te digo que la oferta puede mejorar, alejándote
del medio de una epidemia mortal para ubicarte en una ciudad paradisíaca del
pasado, donde la salud es la moneda común? “Los mundos anteriores” cuenta una
historia de padecimiento y salvación. La empresa Morel, viajes que curan te
puede ayudar con este milagrito si a cambio le das todo lo que tenés,
todas tus cosas.
Es Buenos Aires, el futuro. Una nueva peste bubónica ha
asolado la realidad. El promedio de vida que superaba los cien años ha vuelto a
centrarse en los cincuenta. Algunos, los suertudos, superan esa edad, pero todo
puede cambiar en el minuto del próximo contagio. La sociedad está diezmada, el hanta
no tiene cura. ¿Hasta dónde puede llegar un ser humano? ¿Qué significa en verdad
la palabra vida, y qué estamos dispuestos a hacer para no perderla?
2
En la Villa Tesla los edificios en torre no tienen escaleras
ni ascensores; se llega a los diferentes niveles por vehículos voladores. No
hay ni cables ni caños: todos los servicios son inalámbricos, invisibles y
silenciosos. Los autos, los electrodomésticos, los muebles, los robots y las
pantallas son tus amigos que te hablan, aconsejan, apoyan y cuidan. Las casas
funcionan en base a los deseos de cada dueño. Si quiere bañarse, la casa se
transforma en una terma romana; si quiere cocinar, se llena de mesadas, hornos,
heladeras y alacenas como la fábrica gastronómica de un chef Michelin. Si
quiere tomar un trago, todo el interior asimilable se convierte en la barra
acolchada de Pinar de Rocha de los 90, con taburetes, pista, reservados y bola
de espejos. Cada cambio se produce en un pestañeo.
La Buenos Aires de la Villa se contrapone con la ciudad
histórica, que es un collage de capas oxidadas de tráfico e idiomas, en un
amontonamiento de gente ensimismada, con edificios que se caen a pedazos. P
vive en la modernidad; su novia Nane, alejada del bullicio en la Provincia,
adonde la polución y la enfermedad están empezando a llegar. Si bien no hay
cura para la enfermedad, existe la esperanza del viaje. Los personajes se van a
poner a prueba, intentarán suplir escollos económicos y familiares porque están
decididos a dejarlo todo en esta ida sin retorno a un lugar que desconocen,
pero que está garantizado por ser el pueblo que menor incidencia de muertes por
cáncer registra en la historia de la humanidad. Será su escape a la mejor noche
de los tiempos. ¿Sabrán encontrarse en el pasado, estos dos héroes de
cartulina?
3
La novela es de amor, pero también es un homenaje a todas
las máquinas del tiempo que existieron en los delirios de la física y la
matemática mundial. En el futuro dispondrán de un cilindro de espuma cuántica, invento
de Morel. Ese cilindro es la conclusión actualizada de todas aquellas veces que
la ciencia se unió a la filosofía para preguntarse cómo sería viajar hacia
otras eras. La ficción siempre se aprovechó de estos intentos fallidos,
dándoles una utilidad de entretenimiento. Libros como “La máquina del tiempo”
de Wells, los cuentos sensatos de Julio Verne, Robert Heinlein o Ray Bradbury; películas
como “Primer”, “Tenet”, “Volver al futuro”, “Terminator”. Especulaciones y
diversión con diferentes grados de credibilidad.
La carrera científica por estas máquinas se inició en los
años cincuenta. Las teorías fueron muchas, e involucraron a los mejores
pensadores de la historia: Albert Einstein, Kip Thorne, Gödel, Hawking, hasta
llegar a los cuánticos con divulgadores como Carlo Rovelli. La historia de las
teorías dice que no se opacaron unas a otras, sino que intentaron suplir
anomalías, corresponderse y crecer. Grandes físicos y matemáticos tomaron el
tema como un recreo técnico, donde poder divagar sobre los meandros temporales.
En este momento hay un equipo de alemanes que jura haber enviado una partícula
al futuro. No sé cómo lo habrán probado, ni el tamaño de la partícula, que me
imagino tendrá dimensiones de Plank. Pero porfían que lo hicieron.
4
Para construir esta novela utilicé, como si fuera una rutina
gimnástica, la misma estructura de “La otra playa” y “El corazón de Doli”. He creado
voluntariamente un tríptico que aquí termina; no es una saga, no hay continuarás…
Las tres novelas son diferentes, autónomas y pueden y deben leerse
individualmente, sin suponer una progresión, ni un orden, ni nada que se le
parezca. No hay que haber leído una para entender la otra; son tres libros
separados que solo comparten el esqueleto de sostén. Ese esqueleto está
conformado por cuatro elementos: una ciencia discutible (por lo rara); una
playa, un libro, un amor. Esta estructura me sirve solamente para poder
contarlas, pero la nombro en la nota porque me pidieron que expusiera la cocina
de la escritura de “Los mundos anteriores”, y las estructuras han sido siempre
prioritarias en la obra de este arquitecto que escribe. Ni te cuento en las
casas.
Ya una vez había recurrido a un díptico, cuando diseñé “El
amor enfermo” y “Auschwitz”. Esos libros no pueden ser más diferentes, y sin
embargo partieron de un acuerdo que me permitió decir lo que quería con mucha
libertad. Los escritores a veces nos autoinfligimos reglamentos para poder
trabajar en forma acotada. Las reglas en estas dos novelas iban por el lado del
protagonista: técnica y morfológicamente era casi el mismo. Un varón porteño,
heterosexual, habitante de Palermo Viejo, un metro setenta y cuatro, cuarenta
años recién cumplidos. Nada más que Saravia es un pan de Dios y Berto un hijo
de puta. Como las mitades del vizconde demediado de Calvino pero enteras, duplete,
caminando y haciendo de las suyas por Buenos Aires.
5
¿A qué me refiero cuando apodo a una ciencia con el adjetivo
discutible? En el caso de “Los mundos anteriores” me estoy refiriendo a
que los mismos físicos y matemáticos que fueron hilando teorías sobre viajes en
el tiempo lo hicieron con pinzas, dubitativamente, a sabiendas de que eran
impracticables, o simples visiones de lo que podría suceder. Al menos eso es lo
que se lee hasta Stephen Hawking, que niega rotundamente la idea de viajar al
pasado, pero le prende una vela a la posibilidad no tan remota de hacerlo al
futuro. Carlo Rovelli, uno de sus seguidores más notables -trabaja en el campo
de la cuántica, ahí donde Hawking se detiene- ya opina lo contrario, porque en
la cuántica las acciones no tienen por qué preceder a las reacciones. Los
libros que leí para construir mi historia me resultaron exquisitos: “Breve
historia del tiempo”, “Helgoland”, “El orden del tiempo”, de los físicos que
nombre, y uno muy lindo de difusión histórica del profesor David Toomey: “Los
nuevos viajeros del tiempo”.
La ciencia rara que se despliega en “El corazón de Doli” es
la clonación, que no solo es bastante joven, sino que tiene profundos dilemas
éticos, y de eso se aprovecha mi historia. La ciencia rara que desarrollo en
“La otra playa” tiene que ver con la fotografía de fantasmas, algo que ya ha
sido refutado pero en algún tiempo existió para la Escuela Científica Basilio,
Arnold Schopenhauer y Sir Arthur Conan Doyle en su etapa de documentalista.
6
En “Los mundos anteriores” me agarró un complejo de
realidad. Tal vez porque en un libro de viajes en el tiempo, lo que da más
trabajo es disimular (o explotar, seamos sinceros: a veces es mejor exponer un
error que taparlo) las paradojas, que saltan todo el tiempo. Las paradojas son
producto de la causalidad; la cuántica, como dije antes, vino a atenuar un poco
estos defectos. Mi parte acomplejada se conformó simplemente con encontrar
personajes reales y mandar a mis mejores amigos con nombres, apellidos y
profesiones, al pasado conmigo, a la ciudad que fue un Silicon Valley anterior
al actual, con un parque divino, un lago, un río.
También hice el esfuerzo porque los escenarios fueran
reales: Nane vive en una importante casa del movimiento moderno argentino de 1965,
diseñada por el arquitecto Martín Meyer, socio del estudio Gassó, Rivarola,
Meyer, en Beccar. Y la novela empieza en el restorán Armenia, que es lo más
parecido a un personaje de ficción que vi en restoranes, y la comida que hacen
es exquisita. Queda entre Palermo Hollywood y SoHo -en el futuro, Palermo Fizz-,
vayan y pidan platitos de cena y deditos de postre, como hace P. También hay
una perra real, mi amiga Naná. Todos ellos, incluidos los espacios, están
proyectados al futuro que requiere el argumento, pero son reconocibles. Hernán
Bisman, por ejemplo, es diseñador de libros, tiene una editorial, y ha pasado
por todos los modos de impresión que existen en la actualidad, menos la
linotipia. En el pasado se las van a tener que rebuscar entre esos chasis, con
su mujer Clarisa.
Lo bueno de meter gente real en mi máquina de espuma cuántica es lo que me pasó el otro día: entré a Facebook y había un escrito de Hernán. Termina diciendo: “Gracias, amigo, por esta forma mágica de hacernos eternos. No se me ocurre mejor regalo. Te quiero."
1.7.25
EL VIDEO DE LA PRESENTACIÓN COMPLETO / "LOS MUNDOS ANTERIORES" CONVERSADOS
Esta realidad sucede en You Tube. Yo aparezco un poco nervioso al principio, pero es porque estaba pasando gente y había invitados que me saludaban. El video tiene dos partes que no están cortadas: al fin de mi exposición solista, improvisada para esperar a que lleguen todos -la del profesor Nil, por decirlo así (muejeje diría otro profesor, Neurus, tan admirado)- digo, al final de mi exposición pasa un minuto insoportable en que yo corro los muebles, barro el piso, baldeo y encero la plataforma para que pueda subir la reina Shua, capa total. Y ahí viene lo bueno, con su texto dicho, con sus preguntas amables. Besos, que les guste mucho. Y disculpen todos los esteeeeee, eh, y otras muletillas que se me escapan todo el tiempo, pero no soy un orador, sino un escritor, y bastante atropellado. Todavía lleno de ideas pero dubitativo y olvidadizo a la hora de expresarlas. En el territorio del habla me gustaría ser "flaca y alta" como Martín Kohan, aunque salgo petisa y morruda en el libro, dijo Anmarie Shuít en el video, y casi casi me condena. Pero al final me salvo; feliz culminación como en todas mis novelas.
30.6.25
LAS NOTAS DEL DISCURSO DE ANI SHUA DEL JUEVES / FIESTA EN LOS MUNDOS ANTERIORES
"Experiencia única: una novela presentada por uno de sus personajes.
Con
ustedes, yo misma, Annmarie Shuít.
Después
contaré su función en el Welcome y en qué consiste esa fantástica ceremonia.
Esta presentación tiene que ser un Welcome, una bienvenida para Los mundos anteriores, tiene sentido que lo haga la
Shuít.
Pero antes, una confesión al
autor. No me siento culpable, porque
él me hizo trabajar de personaje
(me encanta), pero sin consultarme.
Engañé
a Nielsen. Le hice creer que iba a leer en el Kindle.
Para que me mandara el Word y subirlo a “Ella”. Me
pareció justo que una novela de ciencia ficción fuera comentada por
la IA.
“Ella”
no entendió un pomo. No pescó el humor, como decir que no pescó nada.
Incluso
después, cuando mejoré el prompt y le pedí que lo tuviera en cuenta. No
se dio cuenta de que no es una novela con humor sino de humor puro y duro.
Ríase
para no llorar.
LMA
es una novela de cf, por momentos completamente
delirante, por momentos clásica, por
momentos de cf dura, de la primera época, en la que era un must del
género información científica y tecno.
Empezamos
sumergidos de golpe en un futuro que es sobre todo presente, una exacerbación
del presente. Dentro de apenas 25 años, cuando muchas cosas han cambiado y
muchas otras siguen igual que siempre. Una Buenos Aires donde la tecnología ha
revolucionado la vida cotidiana por completo... pero
a veces no funciona. Donde ha revolucionado la vida cotidiana por completo… pero
no para todo el mundo. Donde por fin aparecieron esos autos voladores que nos
vienen prometiendo los futurólogos desde que yo era chiquita y de eso hace
mucho mucho. Donde los celulares se han transformado en pañuelos que
sirven tanto para conectarse a internet como para sonarse la nariz. Donde el
grotesco sirve como espejo
Perdón por espoilear, pero no hay otra
manera de meter a los presentes en el tema. En ese tiempo loco, futuro,
fallado, como fueron y serán todos los tiempos de la humanidad, una monstruosa
enfermedad: el hanta, derivado del cáncer. Mitad de la población. Surge “Viajes
que curan”, empresa de viajes en el
tiempo.
P,
alter ego del autor, vive en Villa Tesla. Enamorado de su Nane. Viajan al
pasado. Lilia hija de Nane
Un
pasado extrañamente alterado por estos viajeros del futuro. El único lugar
donde nadie se enfermó nunca durante el período en el que mandan a la gente en
sus avatares jóvenes. Donde Edison y Tesla compiten y se enfrentan y se pelean
como chicos, donde esperan a los viajeros con Houdini y con Julio Verne. No
menos delirante que el futuro-presente: los mundos anteriores. Un pasado muy
diferente del nuestro, que solo existirá en el futuro.
Y
en ese pasado está Annmarie Shuít, que nuestro autor describe así y ustedes me
van a decir si lo perdono: “Había una sola mujer que manejaba todo. Tendría
unos 50 años, supuso P. Rellenita, petisa, con abundante pelo castaño y cejas
negras. Nariz respingada”. En fin, lo perdono porque hay partes más generosas.
La novela
plantea preguntas éticas de alto voltaje emocional —¿quién tiene derecho a
vivir? ¿cuánto vale una vida? ¿cómo se mide el amor cuando el tiempo se vuelve
mercancía? — y lo hace con una prosa refinada, precisa y profundamente
empática. El mundo futurista que imagina Nielsen, plagado de avances como los
vehículos Tesla inteligentes, los pañuelos-multidispositivo y los viajes en el
tiempo a través del “Cilindro de Tipler”, es también un reflejo inquietante del
presente.
Su
personaje central, P, vive en una Buenos Aires futura rodeado de asistentes
virtuales, autos que conversan y casas que se transforman según el estado de
ánimo. Pero sigue cocinando a mano, detesta los huevos con yema en forma de
emoji y disfruta escupir carozo de cereza desde su terraza. Ese contraste entre
lo hiper tecnológico y lo entrañablemente humano es uno de los motores del
humor de la novela.
¿Es
una novela de amor? Sí. ¿Es de ciencia ficción? Sí.
¿Es de humor? Sí. Es de fantasía?
Sí. ¿Es de reflexión filosófica? ¿Es
sobre la enfermedad y la medicina? Sí
¿Es sátira social? Sí. Cualquier otra pregunta que se les ocurra: Sí. Es todo
eso y mucho más.
El
humor de Nielsen no se apoya en el chiste fácil pero a veces sí. Es luminoso,
ácido, irreverente, profundamente humano. Pero a veces es payasesco. A veces es
de tortas en la cara.
El
resultado es una novela profundamente original, que logra conmover y hacer reír
en la misma página, a veces en el mismo párrafo, como si Kafka se hubiera
cruzado con Woody Allen en un futuro diseñado por Philip K. Dick y decorado por
un diseñador de interiores del Mercado de San Telmo.
En definitiva, Los mundos anteriores es una novela profundamente original, que nos invita a reír mientras nos confronta con nuestros temores más íntimos. Una obra donde el humor se convierte en una forma de lucidez, y la lucidez en una forma de amor. Porque si besar, como dice P, “es el modo más hermoso de detener el tiempo”, leer esta novela es otra forma de detenerlo también: en el asombro, en la sonrisa, en la emoción compartida."